jueves, 8 de agosto de 2013

Día 8: Banff - Kelowna (04-08-2013)

480 kilómetros nos esperan en el día de hoy. Salimos ya de las Rocosas y del estado de Alberta (sniff, sniff...) para hacer una incursión de camino a Vancouver en Kelowna, estado ya de British Columbia (Beatiful British Columbia, es lo que pone en las placas de las matrículas de los coches de este estado).

Teníamos desayuno en el hotel. No muy completo, pero nos fuimos ya desayunados... ¿Y mi omellette? ¡Cómo que no hay! Pues no, ni tortilla, ni huevos revueltos... Ya que me estaba acostumbrando a esto...

Durante el camino, nuevamente, paisajes espectaculares... Lagos, pinos, animales, ... Creo que ponen unos límites de velocidad tan bajos para que no se te escape nada...

A mitad de camino entre un Banff y Kelowna se empezaba a notar dos cosas: por un lado, un tráfico mucho más intenso, mejores carreteras, autovías y autopistas en algunos tramos... Por otro lado, el cambio de paisaje. Desaparecían poco a poco los pinos y la vegetación tan frondosa para ir dejando paso a llanos, cultivos y casas diseminadas, con sus establos, cosa que no habíamos visto antes en los parques naturales donde toda la población se concentraba en los núcleos urbanos.







Antes de llegar a Kelowna paramos en un Farmer's Market, mercados de venta al público de fruta y verdura de la zona donde los granjeros y agricultores ponen a la venta directamente sus productos. Son mercados muy frecuentados donde sólo se vende fruta del día. Un espectáculo. Allí mismo, después de, evidentemente, probar tan frescos productos, aprovechamos para comer en un cafe. Y de este cafe me llevo una idea culinaria para España que no voy a poner en práctica sin dudarlo: Veggie Burguer. Una hamburguesa de verduras. Buenísima!! Sustituyen la carne por una rodaja de champiñón gigante super bueno... Espectacular!








Aprovisionados hasta la hora de la cena, encontramos nuestro alojamiento sin problemas. Kelowna es una gran ciudad, pero está muy bien comunicada. Esta vez no nos quedamos en un hotel, sino en un Bed & Bedfrast, y fue toda una experiencia. Cuando llegamos los dueños no se encontraban en la casa, así que tuvimos que llamarlos por teléfono. Estaban en la playa (¿?), lo que realmente, traducido para nosotros, es en el lago... Tardaron 5 minutos en venir. Vaya personajes! Aparecieron con sus bañadores y gafas de sol. Era un matrimonio muy joven que parecían salidos los dos de la revista Vogue. Guapos, delgados, vamos, una pareja modelo. Les tienes que dar sus frutos esto del Bed & Breakfast... Y la casa, espectacular. Pongo las fotos para que se vean por si solas.





Sin apenas tiempo para descansar, me puse en contacto con Bill, nuestro guía para el tour de visitas de bodegas que íbamos a hacer esa tarde. Kelowna la llaman la nueva California de Canada. Se encuentra en el valle de Okanagan, un fértil y hermoso valle, pero que se ha convertido en la zona de moda para los canadienses y los turistas. El valle tiene unos 180 kilómetros de longitud y existen decenas de bodegas excelentes. Al igual que unaos huertos de melocotones, albaricoques, etc., igualmente, excepcionales. Y Kelowna es la ciudad más importante del valle, con una población de unos 120.000 habitantes que ronda los 200.000 en verano.

Pero lo que nos llevo a hacer la ruta de las bodegas es que, según los especialistas, la combinación de horas de sol, suelo fértil e inviernos fríos ha favorecido la eclosión de unos vinos excelentes. Fundamentalmente, los blancos, aunque tienes unos espectaculares merlots. Lo cierto es que tienen una industria muy bien montada, fundamentalmente de cara al público. Todas las bodegas tienen sus salas de catas, muy bien decoradas, con una atención exquisita, y muchas de ellas tienen sus propios restaurantes. El hecho de coger un tour también venía un poco motivado por no tener que coger el coche después de tanta cata, jajaja... Y fue una experiencia de 10. Primero por qué conocimos sitios que yendo por nuestra cuenta jamás hubiéramos descubierto. Segundo, porque nuestro guía, Bill, era toda una eminencia, y tuvo la amabilidad de explicarnos todo en un inglés muy pausado para que no perdiéramos detalle. Y tercero, porque nos dio la oportunidad de pasar 5 horas con auténticos canadienses, nuestros compañeros de tour, Less, y su esposa, encantadores, de Vancouver, y otro chico que venía de Ontario, también muy buena gente. Con ellos hicimos el tour y cenamos en una bodega.

A las 15.30 horas nos recogieron de nuestro B & B en una van (furgoneta), con dirección a la primera bodega: Operling. En una casa familiar, que sirve a la vez de tienda como sala de cata, y guiados por manos expertas por la dueña de la bodega empezamos una cata vertical de sus seis vinos blancos (chardonnay, fundamentalmente), tintos, etc. Yo llegó un momento que perdí la cuenta... Sparkling Brut 2008, Pinot Gris 2012, Gewurztraminer 2010, Old Vines Riesling 2010, The Market White 2012, Sper...Itz 2011, Old Vines Foch 2009, Pinot Noir 2011, Late Harvest Gewuztraminer 2011, ... No hace falta echar la imaginación a volar para imaginar como salimos de la primera bodega...






De ahí, de nuevo a la furgoneta, y como segunda parada, fuimos a The Vibrant Vine, una bodega original donde las haya, nunca había visto nada parecido, super divertida. Empezando en que para entrar te tienes que poner unas gafas en 3D, puesto que todo está en 3D, desde las etiquetas de los vinos, hasta los cuadros que decoran la sala de catas, que más que una sala de catas era un bar, que se encontraba hasta los topes. Muy buen ambiente y pasamos un rato magnífico. Y respecto a los vinos, un notable altísimo. Muy buena calidad en todas sus variedades. Tenía también música en directo, pero cuando terminamos la cata también lo hizo la música. Catamos 2012 Muscat / Chardonnay, 2012 Pinot Grigio, 2012 Gewürztraminer, 2011 Chardonnay, 2010 "Pirate" Chardonnay, 2012 White, 2010 Savignon Blanc, 2010 Riesling... Una delicia! Y el dueño, que tuvo la deferencia igualmente de atendernos en persona, un encanto.







La tercera bodega se denomina  House of Rose... Y la decoración de los alrededores de la tienda y sala de cata dejaba claro el motivo. Casi sin descanso, catamos los blancos (Riesling, Grapes with Beneficit, Cool Splash), rosados y tintos (Rosé, Marechal Foch 2010, Hot Flash, Sweet Mistery) y los desert wines, vinos de postre (Winter Vine), estos últimos muy caros que se congelan... Algo parecido a la sidra que requiere muchísima uva para poder extraer una botella casi diminuta. Es un vino muy apreciado por los canadienses. Allí también pudimos visitar los viñedos y ver la evolución de las uvas. Muy instructivo todo.






Y ya por último, pero no menos importante, Summer Hill Pyramid Winery, una de las bodegas más potentes de la zona con unas infraestructuras espectaculares. La sala de envejecimiento donde se encontraban las barricas estaba coronada por una pirámide, de ahí el nombre de la bodega, y además de una tienda enorme y muy bien decorada, contaba con un restaurante de moda de la zona Di Vini, que fue donde cenamos todo el grupo, y degustamos una cena magnífica, además de en muy buena compañía, que se alargó hasta altas horas de la tarde (no, no puedo decir noche porque empezamos a cenar a las 18.00 de la tarde). Está bodega destacaba fundamentalmente por sus espumosos -sparkling-, entre los que se encuentra alguna variedad que ha sido denominada como el mejor sparkling wine del mundo. Ahí es nada!










Desde aquí aprovecho para felicitar a Bill, nuestro guía, al que le dije que le iba a hacer especial referencia, por la iniciativa tan buena con su tour y que permite no sólo catar todos los vinos sin la preocupación de tener que coger el coche, sino descubrir bodegas que por otro lado, yendo uno sólo por su cuenta, difícilmente sería que pudieran descubrirse, además de contar con las explicaciones y atenciones de los propios dueños de las bodegas que con tanta dedicación y esfuerzo nos explicaban todo con gran detalle. Una experiencia que, no por menos de inesperada y sorprendente, la puedo calificar como una de las mejores de nuestro recorrido y viaje por Canadá y Alaska.

Después de dejarnos en nuestro B&B y de charlar unos minutos con nuestros caseros, que estaban cenando con unos amigos, a la cama pronto que mañana nos esperaba un viaje aún más largo que el del día de hoy. De Kelowna a Vancouver y de ahí, ferry a Vancouver Island para ir a su capital, Victoria. Ahí es nada... 580 kilómetros, con ferry de por medio.





No hay comentarios:

Publicar un comentario