sábado, 17 de agosto de 2013

Día 21: Anchorage - Seattle - Vancouver (17-08-2013)

Qué horror de día! No sé por donde empezar... Bueno, por el principio, será lo mejor...

A las 23.55 empezamos con el embarque de nuestro vuelo de Anchorage a Seattle, con destino final en Vancouver. El avión salía a las 00.35 horas, y eran unas tres horas y media de vuelo hasta Seattle, pero dada la diferencia horaria, llegamos a Seattle una hora después, a eso de las 04.30-05.00 de la mañana, como así ocurrió. Casi todo el vuelo durmiendo dado el cansancio extenuante que teníamos los dos.

Una vez en Seattle, teníamos que buscar a personal de Air Canada, puesto que el vuelo Anchorage - Seattle lo hicimos con Alaska Airlanes, y el Seattle - Vancouver, con Air Canada, a los efectos de que rescataran nuestras maletas los operarios del aeropuerto y las metieran en nuestro avión. Así se lo hicimos entender al personal de Air Canada antes de tomar el avión, y con algo de retraso, a eso de las 06.30, embarcamos con destino a Vancouver en un avión a hélices estilo los vuelos Málaga - Melilla. Vuelo tranquilo y corto, a penas unos 45 minutos.

Los problemas vinieron después. Nada más aterrizar en Vancouver y pasar el control de pasaportes, al dirigirnos a la recogida de equipajes, el mío no salía... Y salieron todos, menos el mío. De las dos maletas que facturamos, una si llego correctamente pero la otra no... Con toda mi ropa... Tuvimos que rellenar un formulario, y al parecer, por el sistema informático mundial de control de equipaje, parece ser que estaba en Seattle, pero que el personal de Air Canada iba a intentar rescatarlo en el mismo día y enviármela al hotel. Ufff!!

Ahi es cuando empiezo a pensar las causas... Y una vez más se me vino a la cabeza el maldito spray anti-osos... Pudiera ser...? Al entrar en Canadá tenemos que rellenar un formulario para aduanas donde nos preguntaban si portábamos armas, objetos peligrosos, etc. Y entre otras cosas decía algo así como que estaban terminantemente prohibidos los sprays de pimiento, y muy en especial, los sprays anti-osos... Maldito spray anti-osos! Todavía nos acompaña, ya como souvenir, pero mucho me temo que se va a quedar en Canadá.

Con un mal rato en el cuerpo que no veas, cogimos un taxi a nuestro hotel, "The Hotel at Terminal City Club", una pasada de hotel muy bien situado... Y bien caro también... La recepción es impresionante, compartiendo un enorme rascacielos de oficinas. El hotel tiene hasta código de vestimenta! Está prohibido pasearse por el hotel en pantalones vaqueros rotos, camisetas estridentes, etc.  Tiene un acceso independiente nada más cruzar el hall, por lo que la gente después salía desde sus habitaciones como quería, pero si te adentrabas en el hotel si ves a la gente super-arreglada.

Como de nada servía que nos quedásemos en la habitación del hotel a esperar a ver si aparecía la maleta, y dado que llegamos al hotel muy temprano, a eso de las 08.00, nos permitieron dejar las maletas en el hall y nos recomendaron que volviéramos sobre las 15.00. Aquí en Canadá los check in se suelen hacer a  partir de las 16.00 de la tarde, y los check out a eso de las 12.00. Por lo que muertos de cansancio, y con el mal rato, a patearnos la ciudad.





El Downtown o centro de la ciudad es muy fácil de recorrer. El hotel se encontraba en W Hastings Street, es decir, el lado oeste de la calle, y de ahí cortan perpendicular varias de las calles más famosas de Vancouver: Burrad St, Howe St, Granville St,  etc. Nos recorrimos Howe St de camino a un lugar para desayunar, Templeton, y pudimos apreciar el Downtown de Vancouver en todo su esplendor.

El desayuno en Templeton, buenísimo. Optamos por un brunch que nos sirvió, pese a que sólo eran las 09.30 de la mañana, de desayuno y comida. El local, una pasada, con productos orgánicos y largas colas para esperar una mesa. Pero al final lo conseguimos.









De ahí luego bajamos hasta el barrio de Gastown, precioso, con calles de adoquines, donde se encuentra el famosísimo reloj de vapor;  justo a continuación, Chinatown, pero ya comienza la zona más pobre de Vancouver y daba respeto andar por aquellas zonas, así que después de visitar el Dr. Sun Yat Sen Classical Chinese Garden, optamos por volver a las calles principales.

Vancouver es una ciudad de contrastes. Ves en una calle el máximo lujo y opulencia, tiendas de Louis Vuitton y las mejores firmas y marcas del mundo, y no a kilómetros, sino a decenas de metros, ves a homeless a centenares, gente recogiendo latas y botellas de plástico... Es impresionante el contraste existente. Ya íbamos con esa idea tras ver el capítulo dedicado a Vancouver en Callejeros Viajeros, pero impacta mucho más cuando lo vives en tus carnes.











De vuelta a la zona centro, visitamos el estadio BC Place Stadium (hoy era día de partido y se enfrentaban los BC Lions, equipo local, contra Calgary, partido de fútbol americano. Estuvimos a punto de comprar las entradas, pero las taquillas estaban cerradas cuando nos pasamos y ya después nos dio pereza volver desde el hotel, así que para la próxima vez).





De camino de vuelta al hotel, nos topamos con la biblioteca pública de Vancouver y tras sacarnos el carnet de socios por un año para hacer uso de la red wifi, disfrutamos de una hora leyendo el periódico en un ambiente muy relajado e intelectual.





Y sobre todo, descubrimos Granville St, calle peatonal y muy bohemia con miles de sitios interesantes. Han intentado crear algo parecido a Times Square en cuanto a hacerla peatonal, colocar unas mesas y sillas en su calzada... No es lo mismo, pero es una calle fantástica.

Después de ahí, para el hotel a descansar, no podíamos estar de pie más tiempo. Ducha, siesta y... toc, toc... Mi maleta! un operario de Air Canada nos comunicó que la había recuperado! Ropa interior limpia! Bien! Al abrirla (tenía candado) me aparece un mensaje del Seguridad del Aeropuerto de USA diciendo que mi maleta había sido seleccionada, que la había abierto (¿cómo diablos habrán abierto el candado sin romperlo?), que me habían registrado todo, que me pedían disculpas, y que todo correcto. Y sí, el maldito spray anti-osos sigue en mi maleta. Estaba debajo de mi bolsa de la ropa sucia, así que supongo que el oficial de seguridad al ver mis calzoncillos optaría por no seguir metiendo la mano... En fin... Ese spray se queda aquí en Canadá. Ya no me lo llevo más. Nos va a traer la ruina!

Había comprado leche fresca y cereales, así que una cena ligera y a la cama a descansar que ya no podíamos con nuestra alma.

Mañana dedicaremos el día a Stanley Park y alrededores.

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