¡Por fin pisábamos Alaska! Nuestra primera parada era Ketchikan, una pequeña localidad costera de Alaska denominada la capital mundial del Salmón.
Lo primero que sorprende de todos y cada uno de los puertos que pisamos es como la actividad local gira en torno al mundo de los cruceros. En algunos de los puertos en los que estuvimos era frecuente compartir espacio no con uno o dos cruceros, sino con hasta cuatro cruceros más. Esto daba la paradoja de ir a ciudades donde había sólo 800 habitantes y ese día podía multiplicarse los visitantes por diez, y haber unos 8.000 personas en ese mismo sitio. Así que un poco desilusionados por como poco a poco se va viendo que estos pueblos que anteriormente se dedicaban casi en exclusiva a la pesca y artesanía, hoy día viven casi en un 80% de la industria turística de los cruceros. Eso no quita, una vez que te acostumbras, a disfrutar de lo que realmente uno viene a hacer en Alaska: ver y sentir una naturaleza, fauna y flora que difícilmente se ve en otro lugar del planeta.
Como teníamos la excursión contratada para eso de las 10.30, teníamos algo de tiempo para ver Ketchikan. En todo momento usábamos la guía de Lonely Planet de Alaska, en inglés, pero mucho más completa que la guía de El País Aguilar, que aunque en español, no era tan práctica como la de Lonely. Tras ver el puerto y el centro de Ketchikan, nos dirigimos a Creek Street, un antiguo barrio dedicado a la prostitución que había sido rescatado y ahora era una atracción turística. Lo cierto es que es un lugar muy estético, bordeando el río, con unas pasarelas de madera. Abajo, en el río, la razón por la que se denomina Ketchikan la capital mundial del salmón.
La excursión que contratamos con Royal Caribbean se llamaba “Rain Forest Island Adventure”, con una duración de unas 4 horas aproximadamente. Tras ir al punto de encuentro que se encontraba en el mismo puerto, un pequeño autobús nos condujo hasta un puerto pesquero que se encontraba a 30 minutos de Ketchikan, para desde allí, unas 16 personas, que después se dividieron en dos grupos de 8, tomáramos una lancha neumática tipo zodiac para dirigirnos a la Rain Forest Island, donde no nos llovió, pese al nombre de la isla, y si que nos hizo una temperatura francamente buena que rondaba los 24 grados.
La travesía en zodiac duró aproximadamente unos 20 minutos, y las vistas empezaban a despuntar lo que nos encontraríamos en Alaska. Una vegetación muy frondosa y variada, aguas frías, y una fauna digna de un reportaje de National Geograhic.
La zodiac desembarcó en una pequeña playa, donde nuestro guía nos iba describiendo las distintas clases de árboles que poblaban la isla. Lástima que nuestro inglés no nos permitiera captar todos y cada uno de los matices de las explicaciones que iban dando... Tras la playa, entramos en un bosque que bien parecía un intramundo, como si el mundo se hubiera detenido y hubiéramos sido los primeros en pisar esa zona. Lástima que el sendero estaba hecho por unos tablones de madera, pero se quería preservar en todo momento la flora y que nadie se saliera del sendero, cosa que también es comprensible.
Después de un paseo de unos 3 kilómetros aproximadamente en círculo, y ya de vuelta en la playa, nos prepararon unos pequeños snaps de salmón seco y queso, con unas crackers, y chocolate caliente.
De allí tomamos nuevamente la zodiac, y tras varias paradas para ver las famosas águilas que aparecen en los distintivos oficiales de los Estados Unidos, llegamos al puerto pesquero y de ahí a nuestro crucero, donde comimos y pasamos la tarde descansando y leyendo, antes de cenar y acostarnos.
Al día siguiente nos esperaba una nueva escala: Icy Strait Point, en la localidad de Hoonah.
No hay comentarios:
Publicar un comentario