Cansancio. Esa es la palabra que puede definir perfectamente el último día. Después de no poder dormir en una cama y simplemente de dar algunas cabezadas en el avión, el cansancio se va apoderando de uno, y es como si todo transcurriera a cámara lenta.
Sensaciones aparte, el viaje de vuelta transcurrió sin incidentes. Sobre las 11.00 de la mañana llegamos a Frankfurt. Tras cambiar de terminal, fuimos a la puerta de embarque para la salida de nuestro vuelo a Madrid. No recuerdo si hice referencia a ello en el viaje de ida, pero las puertas de embarque del aeropuerto de Frankfurt son una maravilla. Además de ofrecer conexión gratuita wifi por unos 30 minutos (si, hay otros aeropuertos, como los de Vancouver o Calgary que no tienen límite de tiempo, pero también hay muchos otros que ni siquiera te dan esos treinta minutos de cortesía), ofrecen unos servicios que te hacen la espera mucho más amena: café, chocolate, prensa internacional... Ya podría cundir el ejemplo...
A eso de las 13.30 despegó nuestro avión destino Madrid. Unas dos horas y media aproximadamente, con servicio de comida a bordo incluido. Vuelo para aprovechar y dar una cabezadilla e intentar ir acostumbrando el cuerpo al nuevo horario.
Y llegaba el nuevo momento de tensión: las maletas! Ya sin tanta presión por haber dejado el spray anti-osos en Vancouver, siempre queda la duda, más con vuelos de conexión, si las maletas aparecen o no. Tardaron, y bastante. Las gotas de sudor empezaban a asomar. Pero salieron las dos.
Metro a Atocha. Teníamos unas cuatro horas antes de que saliera nuestro tren para Málaga, y decidimos dejar las maletas en las consignas de Atocha. Nuevo metro, y paseo por Gran Vía, Sol, ...
Como no teníamos cena en el tren, decidimos picar algo... Creo que es fácil de adivinar. Sí, jamón serrano, jajaja... Investigando por internet, descubrimos un sitio que había abierto hace poco con muy buenas críticas: "Jamón 55", en Gran Vía, 55. Excelente jamón, embutidos, chacinas, conservas... Como la comida española, ninguna. Y creo que no es puro chovinismo. El 100% de la gente que nos encontramos en Canadá y Alaska coincidían en decir lo mismo cada vez que decíamos que veníamos de España: ¡¡qué bien se come en España!! ¡¡Qué comida!! ¡¡Qué bebida!! jajaja...
Después del tentempié, metro a Atocha para coger el AVE a Málaga. A descansar un poco nuevamente, y después de dos horas y media de apacible viaje (que gozada es viajar en tren), cogimos un taxi hasta casa para poner fin a nuestro viaje.
Como he dicho más arriba, dejo para una entrada posterior el resumen y nuestras pinceladas de casi este mes de viaje.
Saludos a todos!!
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